sábado, 23 de febrero de 2013

Las expectativas de felicidad en pareja.

 “Ya no seré feliz. Tal vez no importa. Hay tantas otras cosas en el mundo” Jorge Luis Borges.
El deseo de felicidad se encuentra siempre vivo en la pareja., y como saben y como pueden  reclaman al otro su necesidad de sentirse bien. Y a veces es verdad que la forma de hacerlo no es la más adecuada ni conveniente para a conseguir lo deseado. Pero el reproche y la culpa se instalan en una dialéctica ya aprendida que parece no conocer otra forma de expresar lo que se piensa y siente, lo que necesitan o desean y entonces los afectos se enfrían y la sexualidad se ausenta con la esperanza de volver de la mano nuevamente de la afectividad.
Lamentarse y culpabilizar al otro de tener demasiados espacios vacíos, carencias afectivas y/o sexuales, desmotivación o desgana para hacer esto o aquello,  suele ser una práctica al uso en la pareja en conflicto. Asumir la responsabilidad que cada cual tiene en lo que hace o deja de hacer y por supuesto lo que permite al otro que haga o diga, sería un primer paso para entender y comprender lo que está sucediendo en su vida en común.
Sería importante y no menos interesante plantearnos algunas cuestiones que puedan dar respuesta a nuestras demandas, analizando si lo que queremos y esperamos de la pareja, está en consonancia con lo que nosotros podemos o estamos en disposición de darle a ésta. Esto quizá nos ayude a entender dónde radica nuestra sensación de ausencia de felicidad:
¿Qué queremos de la pareja?
ü  Queremos alguien a quien amar y que nos ame.
ü  Que nos respete, valore y cuide.
ü  Alguien en quién poder confiar.
ü  Que sea educado y a ser posible inteligente.
ü  Que tenga buen sentido del humor.
ü  Que nos guste, que nos “ponga” .
ü  Que sea sensible.
ü  Que tenga personalidad.
ü  Queremos alguien a quien poder decirle lo que sentimos, alguien que nos mire a los ojos mientras hablamos.
ü   Queremos alguien con quien poder compartir experiencias, vivencias y un proyecto de vida.
ü  Queremos estar entre sus prioridades.
ü  Queremos Fidelidad y compromiso.
ü   Queremos sentirnos deseados. No sirve solo que nos lo digan, queremos sentirlo.
ü  Queremos que le guste el sexo.
ü  Y sobre todo, queremos alguien con quien sentirnos bien.
Y con todas estas cualidades y virtudes varias ¿qué esperamos de nuestra pareja?
Seguiremos…
Fdo.: Raquel Díaz Illescas

domingo, 10 de febrero de 2013

Desvincularse

.. ."no puedo más", “ya no sé qué más puedo hacer”, "es imposible" "así no podemos seguir", "ya nada nos une", "somos como dos extraños", "me siento sola cuando estamos juntos",  "no tenemos de qué hablar", "nunca tiene una palabra amable de afecto, cariño", "no sé nunca cómo se siente, tengo que adivinarlo", "siempre es lo mismo", “solo se acerca a mi cuando quiere sexo”.

En cada una de estas frases subyace una necesidad de cambio 
El deseo de cambio se encuentra activo prácticamente durante toda la vida de convivencia  de la pareja.
Aún cuando sentimos que no nos quieren como desearíamos, no nos cuidan como necesitamos, aún y así las personas vivimos esperanzadas en que la persona que está a nuestro lado un día tenga un gesto amable con nosotros. Nos diga lo guapa y estupenda que estamos, lo mucho que nos quiere y lo que nos necesita. Y es entonces cuando pensamos  en aquello que dicen que todo se aprende y nos cuestionamos el cómo y si tendremos fuerzas para aguantar hasta que nuestra pareja aprenda a querernos como nosotros queremos.
¿Y si no aprende?
Entonces deberemos poner en valor nuestras necesidades con nuestros afectos y si es preciso aprender a  desvincularse sin traumas, de manera civilizada y con el respeto que merece el haber querido a alguien durante “X” años de nuestra vida.
Las estadísticas nos indican que son en su mayoría las mujeres quienes expresan y manifiestan su descontento, o inconformidad con la manera de ser, estar y/o de expresar o manifestar de su pareja.
La comunicación eficaz es la base de cualquier relación. Uno de los motivos que llevan a que la pareja se vaya distanciando afectiva y sexualmente es precisamente la ausencia de ésta. Porque cuando decimos comunicación no nos referimos simplemente a hablar de temas prosaicos (que también hay que hablarlos) Cuando hablamos de comunicación estamos hablando de expresar sentimientos y emociones; deseos, afectos y conductas en cualquiera de los ámbitos de la convivencia, también el que concierne a la sexualidad.
Pero en más ocasiones de las que sería deseable, el comunicarse se reduce al intercambio de reproches y algún que otro improperio, que hace que la comunicación acabe siendo destructiva y en muchas ocasiones evitada y temida por sus miembros.  
Y es que todos hemos aprendido al dedillo a decirle al otro todo lo que no nos gusta de lo que hace o no nos hace (generalmente en una discusión a modo de reproche) pero pocos expresan a su pareja con igual frecuencia todo aquello que reciben de esta y que además les gusta y hace sentir bien. Si lo que hacemos o decimos se encuentra normalmente en territorio ingrato ¿Hay espacio para los afectos? ¿Para la sexualidad?
 Seguiremos…
Fdo.: Raquel Díaz Illescas.